16-17-18 de Abril de 2010
Este fin de semana, por fin, después de varios aplazamientos por las tormentas de este invierno, quedamos un grupo de montañeros de Pasos Largos para ir a
Marruecos, subiremos al
Jbel Tidghine, 2458 metros, en la cordillera del
Rif, en el norte de Marruecos.
El encuentro es en el puerto de Algeciras. Cuando llegamos Juan Luis, Mati, Pili y yo, ya están todos preparados para la aventura, cogeremos el barco que nos cruzara el estrecho, en Ceuta, donde nos espera el autobús que nos llevara a Ketama.
Después de los trámites para cruzar la frontera, comenzamos el viaje hacia Ketama, el recorrido dura unas 4:30 horas, un recorrido lento porque la carretera se encuentra en mal estado por los numerosos desprendimientos que ha tenido por lluvias.
Llegamos a las 12 de la noche, hora Española, y nos alojamos en el hotel Tidghine en Ketama.
Por la mañana, después del desayuno, ya nos esperan los furgones que nos desplazarán hasta el comienzo de la ruta, la Aldea Azilah.
Por el camino vamos viendo como la cordillera se alza majestuosa. Se trata de una cadena de montañas que corre paralela al Mediterráneo y que, muy probablemente, estuviera unida en tiempos remotos a la cordillera Penibética. El Rif alcanza alturas superiores a los 2.500 metros en su parte central y tiene numerosos picos por encima de los mil quinientos metros. Son montañas de roca caliza, bravías, con altivas cimas y valles y guarda en su interior extensos bosques de Acebos, Cedros Atlánticos, Encinas, Alcornoques, Centenarios Algarrobos y Abedul. Pero el Rif es sobre todo una de las zonas más desconocidas de Marruecos.
El paisaje que contemplamos sería perfecto si no viéramos tanta basura esparcida a lo largo de todo el carril. Casi al final del camino a nuestro furgón se le parte la correa de distribución, lo que hace que nos repartan en los otros dos furgones. Ahora, como sardinas en lata, seguimos hasta donde los vehículos no pueden continuar.
Empezamos la subida entre plantaciones de marihuana, podemos ver las numerosas casas convertidas en secaderos, prácticamente todo el pueblo se dedica a esta peculiar actividad.
Entre pinsapos y cedros se ve al fondo la cumbre del Tidghine.
Las nubes hacen su aparición, cubriendo la montaña en momentos.
Tras un descanso para esperar a los más remolones, continuamos hacia la cumbre, pasando por la poca nieve que ha quedado del invierno.
Entre rocas y alcornoques, por fin, aparece la cumbre.
Otra cumbre conquistada.
La niebla nos impide admirar el paisaje, unas fotos para el recuerdo, un tentempié para reponer fuerzas y a comenzar la bajada hacia el carril por donde rodearemos la montaña hacia el punto de encuentro con los vehículos.
La segunda noche la pasamos en Xauen, un pueblo de extraordinaria arquitectura que se asienta en la ladera de la montaña.
Es el más conocido, junto con numerosas aldeas y "douars", agrupaciones de casas dispersas por todo el macizo, caseríos y poblaciones que guardan costumbres ancestrales en medio de un paisaje exótico y único a escasos kilómetros de nuestra tierra.
Por la mañana intentamos hacer el recorrido de la Gran Cascada, nos encontramos el carril repleto de barro y los todoterrenos que nos llevan se deslizan por el barro y no podemos continuar.
Tenemos que dar la vuelta y buscar una ruta alternativa, en la que nos encontramos al llegar que un desprendimiento ha sepultado el pueblo y ha taponado el rio inundando la central eléctrica, nos bajamos y proseguimos a pie entre los escombros de las casas y el barro.
Entre la pendiente, el barro y la lluvia, el camino se hace cada vez más peligroso, así que decidimos dar la vuelta y dejar por imposible la ruta.
Quien siente la montaña no necesita explicaciones y mientras existan paredes, agujas y aristas, habrá quien las escale, disfrutando de lo que hace, aunque no comprenda exactamente el por qué.
Josep Manuel Anglada
Buena crónica, no se puede resumir mejor dada la inmediatez periodística de esta primicia a modo de crónica express, las bonitas fotografías hacenel resto.
ResponderEliminarA ver si me puedes enviar una selección de las 10-12 fotos que mas te gusten, incluyendo dos de grupo y dos de bosque de cedros o pinsapos con nieve a comandopreston@gmail.com
El Pequeño Saltamontes
OJU, que rapidez tie er Carlo. OHH... je, je, je. Una cozilla, no vimos pinsapos, si joyas vegetales como el cedro atlántico, el acebo, el loro, el tejo, el abedul...
ResponderEliminarBueno, adio, oh, tie coone la coza, Ehhh. ja, ja, ja...
no has perdido el tiempo, buena crónica, buena compañia... nos vemos en las próximas salidas. Un saludo a todos desde El Coronil
ResponderEliminarQue no, tio, que no. Que en Marruecos no hay nieve ni manantiales. Que no. Allí sólo hay arena y desierto.
ResponderEliminarQue no, tio, que te has equivodado de fotos.
Ah, eso sí, son preciosas, pero... ¿y la arena? Jajajaja.
Un abrazo.
Muchas gracias por las fotos y crónica compartida...de alguien que "sueña" con ir a Marruecos y poder ver algo parecido de una cultura que se presenta como tan diferente.
ResponderEliminarMónica Pasos Largos
A sus órdenes “Er Comandan” ya ta Rafa, arreglao!! yo estudio dendrología ni na!!! Pa mi to son arboles jajaja. Ana Mari sí que la compañía fue de lo mejorcito. Paco!!! Que lo que estoy mirando en la cumbre es eso… toy buscando la arena jajajaja. Mónica ya mismo preparamos otra ruta por esos mundos de ensueños, espero que te apuntes.
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